martes, 6 de mayo de 2008

CORRIENTE PEDAGÓGICAS LIBERADORA

CORRIENTE PEDAGÓGICAS LIBERADORA:
LOS APORTES DE PAULO FREIRE


CONTEXTO HISTÓRICO PEDAGÓGICO DE SU EXISTENCIA

Paulo Freire Neves nació en el estado de Recife, (Brasil), en 1921, hijo de don Joaquín Temístocles Freire y doña Edeltrudis Neves. El período de su existencia estuvo rodeado por la profunda crisis recesiva del capitalismo norteamericano, que sin dudas tuvo hondas repercusiones en Brasil. Este hecho incluso le obligaría a trabajar a temprana edad como profesor de portugués, pero a la vez seguir estudios de Derecho, Filosofía y Psicología del Lenguaje. Ambas actividades le ayudaban no sólo a comprender las penurias y dificultades que muestra la sociedad en la que se vive y que afecta de manera principal a los carentes de los medios de producción, sino también a distinguir las falsas posiciones de personas e instituciones Prelación a la situación de los explotados del mundo y especialmente los del Brasil.

Esto motivaría para que Freire se haya alejado de las canteras religiosas y de la sacrosanta iglesia católica de las que formaban parte. Así da a entender, cuando él mismo hace alguna remembranza acerca de su existencia. “En esta época, a causa de la distancia, entre la vida, distancia que en mi ingenuidad no podía comprender, el compromiso que ésta exige, y lo que dicen los sacerdotes en los sermones del domingo, me alejé de la iglesia (no de Dios), con gran tristeza de mi madre”.

Como todo ser humano guiado por convicciones políticas e ideológicas a favor de los oprimidos de su país, también se dio tiempo para asumir las responsabilidades sentimentales a partir de la constitución de su entorno familiar. Así él mismo reconoce: “Como tenia una irresistible vocación de padre de familia me case a los 23 años, en 1944, con Elza Maia Costa Oliveira de Recife, Hoy Elza Freire, católica como yo. Con ella continué el dialogo que había aprendido con mis padres. Tuvimos cinco hijos, tres niñas y dos muchachos, gracias a los cuales el campo de nuestro diálogo se hizo más amplio”.

Desde la segunda mitad del siglo XX, (1951) al crearse el Movimiento de Cultura Popular, la unidad con los sindicatos rurales y urbanos, participan activamente en el proceso de concientización de las masas empobrecidas. Pero de ningún modo debe soslayarse factores políticos –sociales concomitantes vividos en América Latina, la revolución cubana, la posición crítica respecto de Europa y de los Estados Unidos de Norteamérica, la critica de los propios sistemas políticos, la critica de las condiciones sociales imperantes en la sociedades, la reformulación de la cuestión del cambio propio, etc. Freire sostiene que el movimiento de Educación Popular fue una de las numerosas formas de movilización de mas adoptadas en el Brasil. Es posible registrar numerosos procedimientos de naturaleza política, social y cultural de movilización y de concientización de masas, a partir de la participación popular creciente por medio del voto.

Por otro lado, en los años 1962 y 1964, Paulo Freire va siendo conocido tanto en su país como fuera de él por la aplicación del método de alfabetización de la población adulta pero con una cierta dosis de politización y el derecho a tener el voto. A tal punto que en 1964, las fuerzas conservadoras de Brasil consideraron como algo subversivo este proceso de alfabetización, llegando a encarcelar a Freire y al conjunto de responsables durante 70 días. Por esta razón tuvo que pedir asilo en Bolivia y luego en Chile, porque como él mismo denuncia que se le consideró como un “Subversivo internacional”, un “traidor de Cristo y del pueblo brasileño”. “Niega usted – preguntaba uno de los jueces – que su método es semejante al de Stalin, Hitler, Perón y Mussolini? ¿Niega usted que su pretendido método lo que quiere es hacer bolchevique al país?...”.

El destierro de Freire se debía fundamentalmente a que él daba énfasis a la concientización que en términos de concepción educativa equivalente a que los hombres y mujeres explotados de Brasil despierten del letargo en que se hallaban y sobrepasen las alienaciones que se imponían en lo cultural y económico. Entendía que la educación es como el acto de conocimiento, como aproximación crítica a la realidad. A decir de Augusto Salazar Bondy, (1975), Freire estimaba que una educación debe preparar al mismo tiempo para un juicio crítico de las alternativas propuestas por la elites y dar la posibilidad de escoger el propio camino. Estas son las razones por las que los grupos reaccionarios de Brasil no podían comprender que un educador católico se hiciese vocero de los oprimidos; con mayor razón les era imposible admitir que llevar la cultura al pueblo fuese conducirlo a dudar de la validez de sus privilegios.


CARÁCTER DE CLASES DE EDUCACIÓN POR LA QUE APUESTA PAULO FREIRE

Entre el periodo de la persecución política sufrida por Freire y su asilo en Chile existe una maduración en sus propuestas pedagógicas, sobre todo porque entiende la naturaleza de dominación económica y política que vive Brasil de modo casi permanente por la dominación financiera y tecnológica internacional, bajo la complicidad de los militares y las clases dominantes internas de este país, caso análogo a los demás países de América del Sur, especialmente el del Perú. Esta es la razón central para la permanente explotación de sus recursos naturales y la fuerza de trabajo de miles de millones de sus habitantes.

A la vez este es el marco social en el que Paulo Freire procesa mejor sus ideas sobre la educación, la concientización, la libertad sus ideas sobre la educación, la concientización la libertad del hombre brasileño, especialmente de los desposeídos, los analfabetos y por cierto explotados por el capital financiero, norteamericano, y europeo. De este modo, existe una coherencia fundamental entre los principios y la acción del educador. Su concepción de la educación significó una apertura hacia la historia concreta, y no una simple idealización de la libertad.

Estas ideas se evidencian cuando en 1965 Paulo Freire escribe el libro La Educación como practica de la libertad, en el que sostiene que no existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella. Y una parte de esta sociedad es sin duda Brasil, sociedad que intensamente cambia y dramáticamente es contradictoria; sociedad en “nacimiento” que presenta violentos encuentros con un tiempo que se desvanecía con sus valores, con sus peculiares formas de ser y que “pretendía” continuamente en otro que estaba por venir, buscando configurarse. Sin embargo, esta sociedad se halla dominada y dirigida por una élite superpuesta, alienada y en la cual el hombre común es minimizado y sin conciencia de serlo, era y es más “cosa” que hombre mismo. Mientras que la opción por el mañana, por una nueva sociedad que, siendo sujeto de sí misma, considerarse al hombre y al pueblo sujetos de su historia.

Opción por una sociedad independiente u opción por una sociedad que se “descolonizase” cada vez más, que se desprendiese de las corrientes que la hacían y la hacen objeto de otras, que a su vez son sujetos de ella. Este es el dilema básico que se presenta hoy, en forma ineludible, a los países subdesarrollados al Tercer Mundo. En este propósito, la educación de las masas se hace algo absolutamente fundamental entre nosotros. Educación que, libre de alineación, era una fuerza para el cambio y para la libertad. La opción, por lo tanto, está entre una “educación” para la “domesticación” alienada y una educación para la libertad. “Educación” para el hombre objeto o educación para el hombre–sujeto. He allí el dilema, que en si encierra una profunda contradicción social, filosófica política y educativa.
Estos planteamientos fueron enriquecidos, cuando en 1971, en una entrevista que le hicieron la revista Risk, publicada por el Consejo Mundial de las Iglesias, del que el mismo Freire formaba parte. Sostuvo que es imposible hablar de una educación neutral, porque, de manera general, esto se presenta como algo obvio a la conciencia ingenua. Esto significa reconocer que la labor de los educadores está orientada hacia la liberación de los hombres, a su humanización, o a su domesticación, su dominación. En verdad, esta orientación pedagógica de Freire debería ser atendida y puesta en práctica por los educadores, aquellos que en gran parte se autodenominan “apolíticos”, “no comprometidos a nadie”, “independientes” y cuanta sarta de mediocridad estilan expresar.

A diferencia de estos ingenuos educadores que son innecesarios para el tipo de país que se es, Freire insiste en señalar: “Precisamente por esto, creo que es muy importante aclarar las diferencias entre las distintas formas de acción que existen en el campo de la educación, para hacer posible nuestra verdadera elección. Si mi elección es liberadora, humanizadora, es necesario que yo conozca con absoluta claridad los métodos, las técnicas, los procesos que tendré que utilizar cundo esté delante del educando. Generalmente creeremos que estamos trabajando para el hombre, y con el hombre, por su liberación, su humanización; sin embargo, al utilizar los mismos métodos evitamos que el hombre se libere. Esto es así precisamente porque internalizamos en nosotros los mitos que hemos recibido durante nuestra experiencia, en nuestra educación. Estos mitos hacen que sea imposible para nosotros desarrollar un tipo de acción para la libertad, para la liberación. De manera que no sólo es necesario saber que una educación neutral es imposible, sino que es absolutamente necesario definir estas acciones diferentes y antagonísticas.

Todo el empeño de Freire se basó en la búsqueda de ese hombre-sujeto que necesariamente implicaría una sociedad también sujeto. Siempre creyó que dentro de las condiciones históricas de su sociedad era indispensable una amplia concienciación de las masas brasileñas, a través de una educación que les hiciese posible la autorreflexión sobre su tiempo y su espacio. Freire estaba convencido, hasta el día de su muerte, de que la “elevación del pensamiento” de las masas “que se suele llamar apresuradamente politización” comienza exactamente con esta autorreflexión. Autorreflexión que las llevaría a la consecuente profundización de su toma de conciencia y de la cual resultará su inserción en la historia, ya no como espectadores, como lo son la mayoría de las personas, sino como actores y autores de su destino y el de su país.
Pero, Freire jamás pensó ingenuamente que la práctica de tal educación que respeta en el hombre su vocación antológica de ser justo pudiese ser aceptada por aquellas fuerzas conservadoras, cuyo interés básico es la explotación económica y social, la alienación del hombre y de la sociedad brasileña y la mantención de esta tamaña alineación. De ahí que se emplearan todas las armas posibles contra cualquier tentativa de concienciar, menos una politización en perspectiva de una mejor toma de posición social, hecho que se consideraba una seria amenaza con sus privilegios. Esto es enteramente cierto, en la medida que las clases dominantes vean peligrar sus intereses económicas y propiedades, inevitablemente recurren al uso de todo medio lícito e ilícito para preservar el statu quo vigente, desde el uso del poder político del Estado, sus organismos o dependencias hasta las formas mas sutiles de maniobra y engaño político.

Es verdad tanto ayer como hoy, como mañana, allí o en cualquier parte, que estas fuerzas distorsionan la realidad y tratan de elevarse como defensoras del hombre, de su dignidad, de su libertad, tildan todo esfuerzo de verdadera liberación de “peligrosa subversión”, “masificación”, de “lavado cerebral”. En verdad, son ellas las que masifican en la medida en que domestican y se apoderan de los estratos más ingenuos de la sociedad, en la medida en que dejan en cada hombre la sombra de la opresión que lo aplasta. Expulsar esta sombra por la concienciación es una de las tareas fundamentales de una educación realmente liberadora y que como tal respete al hombre como persona.

Pero el camino hacia la sociedad “abierta”, es decir, democrática y autónoma, no pasa solamente por trasformaciones sociales, estructurales, sino que también una cuestión del proceso de toma de conciencia por parte del hombre y la sociedad ya que “sólo una conciencia crítica es la característica de los estados verdaderamente democráticos”. La educación por si sola todavía no opera ningún cambio social, pero por otra parte tampoco se dan ningún cambio social sin educación, ya que sin un enfrentamiento crítico con las consecuencias del cambio, éste conducirá a una nueva dependencia y adaptación crítica. De esa manera se le prescriben al proceso educativo determinadas tareas y propiedad, una pedagogía de los oprimidos está vinculada con determinados requerimientos al proceso educativo; la educación tiene que ser creativa, participativa, dialogante, y tiene que ser un proceso permanente.



EDUCACIÓN LIBERADORA PARA APRENDER A LEER LA REALIDAD


Paulo Freire a través de sus investigaciones realizadas y fundamentalmente por las experiencias vividas en si tierra natal y otras y otras realidades se percata que por el sistema de explotación económica y social los trabajadores y personas pobres no son capaces de percatarse de su realidad, tampoco superar el estado cada vez mayor de alienación en que se hallan. Por esta razón propone que se debe desarrollar una educación sustentada en la concientización, relacionando la teoría y la práctica, empleando el método problematizador sobre los hechos y asuntos sociales que impiden alcanzar una sociedad solidaria y humanista.

En esta dirección Freire, a decir de Lucio Valer y otro, (1999), propone que el punto de partida es colocar la educación como mediadora de la recuperación del “ser-persona”. Pero, para ello, la educación, debe enseñar a recuperar el “tener” toda vez que el “tener es condición necesaria para ser”. Al tomar conciencia de los que “tiene” o de lo que “no tiene”, el aprendiz toma conciencia de los que “es”. Esto se logra, según Freire, presentando situaciones concretas, donde el sujeto “no solamente aprende” códigos lingüísticos o de saber, sino que “aprende a leer la realidad”. La situación debe colocarse como un problema o conjunto articulado de cuestiones, a ser respondidas en grupo. El colectivo, al problematizarse, aprende no solamente los saberes, sino que descubre su situación de alienación, de la conciencia del “tener”, llega a la conciencia del “ser” sujeto y no objeto.

Aquí subyace uno de los conceptos centrales de las ideas pedagógicas de Freire: la concientización. Fue creada por un equipo de profesores del Instituto Superior de Estudios del Brasil, hacia los años 1964, con el aporte del filósofo Álvaro Pinto y el profesor Guerreiro. Desde entonces se tuvo una claridad sobre el término de concientización, que equivalía a decir que la educación, como práctica de la libertad, es un acto de conocimiento, una aproximación crítica a la realidad. Por su parte Jesús Palacios, (2001), afirma que la concientización es el concepto que resume el programa de la pedagogía de los oprimidos. Concientización quiere decir el paso de la conciencia ingenua, alienada y oprimida a la conciencia crítica, al descubrimiento de la propia situación de opresión, al acercamiento crítico a la realidad. La concientización entiende la educación como un acto de conocimiento por el que la persona accede a la percepción de la realidad y llega a conocerla en toda su complejidad y globalidad.


La concientización implica tener en cuenta que una de las características del hombre es que solamente él es hombre. Esto equivale a reconocer que solo él es capaz de tomar distancia frente al mundo. El hombre, solamente, puede alejarse del objeto para admirarlo. Objetivando o admirando los hombres son capaces de obrar conscientemente sobre la realidad objetivada. Es precisamente esto, la “praxis humana”, la unidad indisoluble entre la acción y la reflexión sobre el mundo.

La concientización, desde la perspectiva filosófica, implica que uno trasciende la esfera espontánea de la aprehensión de la realidad para llegar a una esfera crítica en la cual la realidad se da como objeto cognoscible y en la cual el hombre asume una posición epistemológica. Como refieren Paulo Freire y Augusto Salazar Bondy, (1975), la concientización es un test de la realidad. Es decir, a más concientización, más se “des-vela” la realidad más se penetra en la esencia fenoménica del objeto frente a la cual uno se encuentra para analizarlo. Por esta misma razón, la concientización no consiste en “estar frente a la realidad”, asumiendo una posición falsamente intelectual. La concientización no puede existir fuera de la praxis, es decir sin el acto acción-reflexión. Esta unidad dialéctica constituye de manera permanente, el modo de ser o de transformar el mundo que caracteriza a los hombres. Es por esta razón que Jorge Capella (1989), reconoce que para Freire, la educación problematizante está fundada sobre la creatividad y estimula una acción y una reflexión auténtica sobre la realidad, respondiendo así la vocación de los hombres que no son seres auténticos, sino cuando se comprometen en la búsqueda y en la transformación creadoras.

Sobre esta base la concientización se vuelve un compromiso histórico. O lo que es lo mismo, es conciencia histórica. Es inserción crítica de la historia, implica que los hombres asumen el papel de sujetos que hacen y rehacen el mundo. Ella exige que los hombres creen su existencia con el material que la vida les ofrece. De esta manera se hace viable una educación que posibilite al hombre discutir los problemas y lo inserte en esta problemática, que lo oriente de los peligros de su tiempo para que, consciente de ellos, gane la fuerza y el valor para luchar, en lugar de ser arrastrado a la continua explotación económico-social y ser sometido a las prescripciones ajenas. En esta dirección Freire exige que la educación coloque al hombre en diálogo constante con el otro, que lo predisponga a constantes revisiones, a análisis críticos de sus “descubrimientos”, una cierta rebeldía, en el sentido mas humano de la expresión; que lo identifique, en fin, con métodos y procesos científicos.


SOBRE EL PROCESO DE ALFABETIZACIÓN

Los aportes pedagógicos de Paulo Freire en materia de alfabetización y concientización han estado guiados por la concepción filosófica de respetar y confiar en la capacidad creadora del pueblo. Por ello solía afirmar: “negaremos siempre formulas dadas. Afirmamos siempre que tenemos que cambiar junto con él, y no solo ofrecer los datos. Experimentamos métodos, técnicas, procesos de comunicación. Superamos procedimientos. Nunca abandonamos la convicción, que siempre tuvimos, de que solo en las bases populares, y con ellas, podríamos realizar algo serio y auténtico”. Bajo estas premisas, se organizó y desarrolló todo un proceso de alfabetización de la población explotada y oprimida de Brasil, pero no al estilo tradicional, menos puramente mecánica, orientado al aprendizaje de meros signos lingüísticos e inservibles en situaciones de pobreza y extrema pobreza de explotadores. La alfabetización, -al igual que toda tarea de educación-, sostiene Julio Barreiro al prolongar el libro de la Educación como Práctica de la Libertad, no puede ser concebida como un acto mecánico, mediante el cual el educador “deposita” en los analfabetos palabras, sílabas y letras. Sino pensando en la alfabetización del hombre brasileño como una toma de conciencia de la ingerencia que hiciera en la realidad social y económica. Un trabajo con el cual se intentaba junto a la alfabetización, cambiar la ingenuidad en crítica.

Además se sustentaba en una alfabetización directa y realmente ligada a la democratización de la cultura, que fuese la introducción a esta democratización. Una alfabetización que no considerase al hombre espectador del proceso, cuya única virtud es tener paciencia para soportar el abismo entre su experiencia existencial y el contenido que se le ofrece para su aprendizaje, sino que lo considerase como sujeto, creador de la historia y de sí mismo. En honor a la verdad, solamente con mucha paciencia es posible tolerar, después de las duras jornadas de trabajo agrícola, ganadera, artesanal o comercial, o de un día sin “trabajo”, lecciones que hablen de “más trabajo”, “democracia”: “crearemos más trabajo para el pueblo”; “en el mundo predomina la democracia”. Lecciones que hablen de salarios y panes, a los hombres que muchas veces no tienen salarios y dejan de comer panes, por las agudas crisis que afecta a la absoluta mayoría de los países atrasados y tercermundistas.


Se pensaba en una alfabetización que fuese en sí un acto de creación que fuese capaz de desencadenar otros actos creadores. En una alfabetización en que el hombre, no siendo un objeto, desarrolle la impaciencia, la vivacidad, característica de los estado de estudio, la invención, de reivindicación. De este modo, la alfabetización y por ende, toda la tarea de educar, sólo es auténticamente humanista, en la medida en que procura la integración del individuo a su realidad nacional; en la medida en que le pierda miedo a la libertad; en la medida en que pueda crear en el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad. Se descubre así que alfabetizar es sinónimo de concientizar.

En síntesis, la alfabetización está ligada al conocimiento peculiar de la comunidad, como advierte Jesús Palacios, (2001), es descifrar el código particular de la comunidad: como habla la gente, cómo viven, qué costumbres hay, qué dichos y giros especiales, cómo es el estilo de vida, en una palabra, todo lo que pertenece al propio “lenguaje” de la comunidad concreta; a continuación intentan descubrir los problemas y las condiciones sociales de la comunidad. A partir de estas observaciones, se intenta procesar los problemas principales, intentan localizar el “núcleo de las condiciones”. Estas contradicciones la opresión de los trabajadores campesinos por parte de los terratenientes, el analfabetismo, la alienación cultural de los habitantes del origen indio, la opresión de las mujeres, la falta de trabajo, la carencia de servicios de salud, etc.; se convierten en el tema de la “enseñanza”.

Desde el punto de vista metodológico, el proceso de alfabetización guarda relación con la codificación de los temas tratados, que a su vez son presentados en forma de fotos, diapositivas, películas, afiches, de modo que se conviertan en material didáctico. Las reuniones tienen lugar en la plaza del pueblo, en la sala de reuniones de la comunidad, o en la casa de un familiar. Por consiguiente, los participantes procuran “descodificar” los problemas y asuntos presentados, es decir captan como problemas lo que ven, sienten y conocen como experiencias cotidianas, por medio de la descripción, la discusión, el análisis, la formulación de problemas, la reflexión sobre su experiencia, las posibilidades de superar las dificultades y alcanzar mejores niveles de vida. Como enfatiza Jesús Palacios, (2001), las realidad concreta es representada en la enseñanza como codificación. Esta representación tiene lugar en forma problematizante, es decir que los problemas no se tratan como cuestiones teóricas, sino que se exponen de manera que quede clara la conexión con otros problemas. De esta manera resulta posible una comprensión crítica: si los participantes encuentran respuestas para los desafíos que plantean los problemas, esto produce a su vez nuevos desafíos, nuevas preguntas que exigen respuestas, preguntas que los propios participantes se van a plantear, respuestas que ellos mismos deben darse. Como señala Freire: “temática que saliendo del pueblo, vuelve ahora a él, como problema que deben descifrar, y no como contenidos que deban serle depositados”.